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COL CUORE IN ITALIA

GANGI, UNA PERLA EN EL CORAZÓN DE SICILIA

GANGI,  UNA PERLA EN EL CORAZÓN DE SICILIA

Un pueblito del siglo XIV y todo el encanto de los paisajes y su gente. La Basílica de la Madrice, los palacios y el museo de los Capuchinos.

Como el Pueblo Blanco de Serrat de un barranco, éste cuelga pero de un monte. Es Gangi, una antigua aldea de agricultores en el centro de Sicilia, Italia. Y allí vamos en busca de los ancestros. Los abuelos partieron de ese mismo lugar hace un siglo, en 1905, y al llegar por la campiña, en un micro que partió de la ciudad de Palermo, lo vemos ahí arriba, todo amurallado, entre amarronado y grisáceo. Emociona. Y no va que encima deja de llover y sale el arco iris, para dejar caer uno de sus extremos sobre la torre Sarracena. Algo increíble.

En la Plaza del Pueblo, tras subir por sus callejuelas laberínticas y angostas, del siglo XIV, después de tener el panorama inverso al viaje de llegada, desde arri ba de la montaña al generoso verde rural, preguntamos al azar a un anciano de boina, pura Sicilia, si conoce a algún Restivo y el hombre nos toma del brazo, bien italiano, otea a un grupo que conversa a la sombra de la basílica y después nos dice: "Là c'è uno, andiamo".
Gangi es un pueblito fundado con permiso de Enrico Ventimiglia, conde de Geraci, en 1300, luego de que un año antes Federico II de Aragón (porque a Sici lia no faltó nadie: fenicios, cretenses, griegos, cartagineses, romanos, árabes, normandos, franceses, aragoneses, cada uno dejando huella) ordenara destruir su antecesora desde el siglo V antes de Cristo, Engio, de cuya voz nació el nombre Gangi.

En su Plaza central, punto neurálgico del puñado de familias que allí viven, se destacan la fuente del león y la Basílica de la Madrice, con sus tres naves y el campanario, una torre feudal de los Ventimiglia. Y dentro del templo, una de las mayores obras de arte de la ciudad y de Sicilia, "El juicio universal", de Zoppo de Gangi.

El Palacio Bongiorno es otro sitio obligado, al extremo opuesto de la Plaza del Pueblo. Pertenecía a la familia Piraino hasta el 1700 y contiene frescos del pintor Fumagali. Y, como en toda Italia, en Gangi se lucen sus viejas iglesias: Nuestra Señora de la Cadena, Santa María de Jesús, San Cataldo o el Salvador, entre otras. Además, los conventos y el museo de los Capuchinos. Pero lo que no puede dejar de visitarse son las confiterías con las típicas canolas (cubanitos fritos rellenos de ricota) u otras exquisiteces hechas con las mejores masas del mundo, esas que trajeron las abuelas.

                                                                                           inf. Clarín

 

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