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COL CUORE IN ITALIA

LA PRIMAVERA , DESTACADA PINTURA DEL RENACIMIENTO FLORENTINO

LA PRIMAVERA , DESTACADA PINTURA DEL RENACIMIENTO FLORENTINO

Cuando Sandro Botticelli realiza esta magna obra en 1478,  pleno Renacimiento italiano no podía ser completamente consciente de la trascendencia que supondría para el arte posterior. Lo primero que debiera llamar nuestra atención, en relación con los usos de la época, es su enorme formato, la pintura profana casi nunca utilizó estas dimensiones, que se reservaban para la expresión de los temas sacros. Esto le confiere un carácter de cristianización de un tema que a primera vista parece totalmente ajeno a las creencias religiosas.

 En La Primavera vemos nueve personajes en un huerto, en actitudes diversas, algunos formando grupos; estudiaremos el contenido de derecha a izquierda. Junto al extremo derecho vemos a un personaje de aspecto masculino,Eolo, similar a la representación del Nacimiento de Venus, que se precipita, agitando los árboles en su impulso, sobre un ser de aspecto delicado: se trata de Cloris, personificación de la Tierra; todo en ellos es contradictorio: Eolo es de tonos fríos, azulados, de actitud decidida, soplando continuada y fuertemente; por el contrario, la Tierra está pintada en tonos cálidos, su actitud es temerosa y descoordinada, su aliento es sincopado y deja escapar brotes vegetales. La Tierra está siendo poseída, desflorada, por el Viento. Los árboles que están en la parte superior, verdes todos ellos, dan flor y fruto a partir de la boca de la Tierra y hasta el extremo izquierdo. Más a la izquierda avanza decididamente una joven, la Primavera, distribuyendo las flores que tiene en el embolsamiento de su túnica, a la altura del vientre, cayendo allí desde la boca de la Tierra; va vestida con una túnica adornada con flores y se ciñe y adorna también con éstas. Las flores van a parar a los pies del personaje central. En el centro de la composición, destacada por la vegetación, está una mujer que representa a Venus. Va vestida recatadamente: lleva una túnica amplia y un manto de dos tonos, rojo y azul, que arrastra por el suelo; parece tener un vientre muy prominente, como si pudiera estar en avanzado estado de gestación; su cabello se cubre por un velo; se calza con sandalias. Se desplaza hacia la izquierda, adonde señala, según se ve por la posición de sus miembros y el extremo de su manto. Se trata de una representación de la Venus púdica. Encima de Venus está un niño alado desnudo con los ojos vendados: es Cupido, el dios del amor físico, que está disparando una flecha de punta de fuego con su arco. Venus y Cupido figuran elementos contrapuestos: la actividad de Cupido se contrapone a la actitud melancólica de Venus, siendo también contrapuestos sus sexos. Cupido dispara su flecha a la joven que se encuentra en lugar central en el grupo de tres, a nuestra izquierda; este grupo representa a las Tres Gracias; las tres visten túnicas muy ligeras, amplias y llevan elaborados peinados; van descalzas. A nuestra izquierda vemos a una joven que está de puntillas, avanzando hacia nuestra derecha: se trata de Castitas; su izquierda tira con fuerza de la mano derecha de la que está en el otro extremo; con su brazo derecho intenta detener a la compañera que ocupa el lugar central, la que va a ser herida por Cupido. En el lugar central está Voluptas, que quiere irse con el joven del margen izquierdo. Es detenida frontalmente por Cástitas mientras que su otra compañera la sujeta por los dedos de la mano derecha; se ha quitado la manga izquierda de su túnica y está muy agitada. Junto a Venus queda Pulchritudo, la tercera integrante del grupo, quien desea ir adonde la lleva Cástitas y, por otra parte, retener a Voluptas. Cástitas y Voluptas representan fuerzas contradictorias, mientras que Pulchritudo intenta equilibrarlas. En el extremo izquierdo del cuadro está Mercurio, el dios de los misterios, de las cosas ocultas, representado como un joven tocado por un casco con yelmo, armado por una espada, que se cubre por un manto, o clámide, rojizo con bordados; va calzado con unas botas aladas. Está de espaldas al resto de la composición, ocupado en hurgar unas nubes del ángulo superior izquierdo con su caduceo.

 

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